Hasta la época de los gobiernos liberales, tras el fin del reinado de Fernando VII, no comienza el proceso de la generalización de la enseñanza primaria en España. Paralela a esa generalización, va surgiendo la lógica necesidad cada vez mayor de disponer los maestros y maestras de materiales para impartir las clases en las escuelas.
El germen de muchas de las editoriales que se especializarán en la publicación de libros escolares estuvo en docentes, que comenzaron vendiendo directamente a sus alumnos los libros, cartillas u otros materiales redactados por ellos. Y en el nivel de la enseñanza secundaria, será también bastante habitual que los catedráticos de los institutos impriman manuales sobre las disciplinas que imparten.
Pero algunos de estos -maestros o profesores de institutos- extendieron el campo de su clientela a alumnos que no eran ya sólo aquellos a los que directamente enseñaban. Y, siguiendo la tarea editorial de Victoriano Hernando y Esteban Paluzíe, que fueron los precursores de esta actividad, incluso no se limitaron una serie de docentes a imprimir solamente sus propias obras, sino que crearon negocios de publicación y distribución de materiales variados, de autores diversos, para escuelas y centros de enseñanza secundaria.
Sin embargo, el uso de los libros elaborados por el propio profesorado para sus alumnos fue una actividad siempre rodeada de una cierta polémica. Porque las incipientes editoriales especializadas veían en lo anterior una competencia hasta cierto punto desleal, por múltiples motivos; entre ellos, el ahorro de gastos de distribución -al venderse el manual en el propio centro- a los cuales los libreros sí tenían que hacer frente o el lógico interés del alumnado de la enseñanza privada por estudiar en los manuales de los profesores que les iban a examinar en reválidas u otros exámenes oficiales. Y cuando el autor era un inspector o inspectora, era criticada la posible influencia, bien directamente o a través de publicaciones especializadas, que sobre los docentes podrían ejercer aquéllos para que se usaran sus materiales.
En Cantabria existieron, como en el resto de España, numerosos profesores que publicaron manuales con destino a su uso en las aulas. Algunos de los libros traspasaron los límites provinciales y se vendieron con notable éxito por toda España, como sucedió con los manuales de don Orestes Cendrero.
Damos cuenta, a continuación, de una serie de libros de los que disponemos que han sido publicados por profesores en nuestra región hasta comienzos de la década de los 70 del siglo XX.
El germen de muchas de las editoriales que se especializarán en la publicación de libros escolares estuvo en docentes, que comenzaron vendiendo directamente a sus alumnos los libros, cartillas u otros materiales redactados por ellos. Y en el nivel de la enseñanza secundaria, será también bastante habitual que los catedráticos de los institutos impriman manuales sobre las disciplinas que imparten.
Pero algunos de estos -maestros o profesores de institutos- extendieron el campo de su clientela a alumnos que no eran ya sólo aquellos a los que directamente enseñaban. Y, siguiendo la tarea editorial de Victoriano Hernando y Esteban Paluzíe, que fueron los precursores de esta actividad, incluso no se limitaron una serie de docentes a imprimir solamente sus propias obras, sino que crearon negocios de publicación y distribución de materiales variados, de autores diversos, para escuelas y centros de enseñanza secundaria.
Sin embargo, el uso de los libros elaborados por el propio profesorado para sus alumnos fue una actividad siempre rodeada de una cierta polémica. Porque las incipientes editoriales especializadas veían en lo anterior una competencia hasta cierto punto desleal, por múltiples motivos; entre ellos, el ahorro de gastos de distribución -al venderse el manual en el propio centro- a los cuales los libreros sí tenían que hacer frente o el lógico interés del alumnado de la enseñanza privada por estudiar en los manuales de los profesores que les iban a examinar en reválidas u otros exámenes oficiales. Y cuando el autor era un inspector o inspectora, era criticada la posible influencia, bien directamente o a través de publicaciones especializadas, que sobre los docentes podrían ejercer aquéllos para que se usaran sus materiales.
En Cantabria existieron, como en el resto de España, numerosos profesores que publicaron manuales con destino a su uso en las aulas. Algunos de los libros traspasaron los límites provinciales y se vendieron con notable éxito por toda España, como sucedió con los manuales de don Orestes Cendrero.
Damos cuenta, a continuación, de una serie de libros de los que disponemos que han sido publicados por profesores en nuestra región hasta comienzos de la década de los 70 del siglo XX.
E incluimos, también, aquellos que aunque no hayan sido publicados en nuestra región tengan una relación muy directa con ella.
Lógicamente, somos conscientes de que la exposición que aquí presentamos no está completa. Y desde el CRIEME de Polanco animamos a todos lo que tengan conocimiento de otros manuales que aquí no aparecen a que nos lo comuniquen para ir elaborando una relación lo más exhaustiva posible para uso de investigadores o, simplemente, de curiosos.
Lógicamente, somos conscientes de que la exposición que aquí presentamos no está completa. Y desde el CRIEME de Polanco animamos a todos lo que tengan conocimiento de otros manuales que aquí no aparecen a que nos lo comuniquen para ir elaborando una relación lo más exhaustiva posible para uso de investigadores o, simplemente, de curiosos.